Ningún epistemólogo contemporáneo conoce mejor la vida de MÜLLER que el periodista y crítico de arte: Ulianov Krustovsky. Este último, en su postrimero libro “¡Las cosas que hay que ver…!” ilustra la biografía más copiosa y jamás editada de la vida de Rudolf Müller:
“El artista conceptual, escritor, actor, director, musicólogo y podólogo: RUDOLF MÜLLER, nació sorpresivamente hace ya un tiempo en alguna parte de nuestra tierra más próxima al exilio. Un hecho relevante que lo marcaría en su carrera fue que su madre nunca le dio el pecho. De eso se encargaba una nodriza que amamantaba a 5 niños y a un teniente retirado. Por otra parte, el padre, al cual su madre conoció años después, un filósofo socrático con hipoacusia, directamente no le dirigía la palabra.
Con sólo tres años ya cantaba algunas arias del fígaro de “El Barbero de Sevilla” de Rossini para deleite familiar (si es que la tuvo). Y fue recién en su pubertad cuando aprendió qué era un barbero al comenzar a afeitarse.
Podríamos decir que su infancia y adolescencia se vieron marcadas por la pobreza, la violencia y los excesos. Pero realmente no lo sabemos. Lo que sí se comenta es que se la pasaba huyendo de las tentaciones... pero nunca fue un gran atleta.
Se ha rumoreado que MÜLLER conoció el arte en la exuberante belleza del busto de una mujer. Desde ese día, jamás se separó de él (del arte).
Pasada su adolescencia ya trabajaba en la “Cambridge Royal Academy of Fine Arts” (Academia Real de Finas artes en Cambridge), lugar donde su primer maestro, el sexagenario Silverio Raúl Gómez Molar, un inmigrante colombiano, le decía: “No le pongas tanto jabón a al balde que resfala, hijo mío”.
Agotado ya del éxito en el Reino Unido decidió surcar nuevos horizontes; donde se siguió agotando al surcar 30 Km. diarios de camino de tierra en Anadyr, ciudad del extremo oriental de Rusia.
Desde pequeño supo que su vida era “el arte” (y sobre todo en ese frío país eslavo) y es por eso que nunca le atrajo demasiado la obligación de ganar dinero por labor. Trabajar nunca mató a nadie... pero no estaba en sus planes arriesgarse.
Los grandes pensadores definen la vida de RUDOLF MÜLLER como “una cuna de talento” ya que hasta el día de hoy permanece dormido”

* Texto en Mí con el traste al aire. Opus esta por el vértice.

KRUSTOVSKY, ULIANOV: “¡Las cosas que hay que ver…!”,
Instituto Penitenciario de Guanajuato, México. Marzo 2008.